Primero fue el Erte de Belén y después el mío. En menos de dos meses los dos nos quedamos sin hacer nada esperando que la situación mejorase para volver a retomar nuestros trabajos, pero no iba a ser tan sencillo. Y cuando la situación se empezó a alargar empezamos a cansarnos de estar en casa. ¿Y si nos vamos a hacer surf? Al principio parecía una locura, pero luego la idea empezó a tomar forma y se convirtió en algo real y hasta práctico.
Pero para llevar a cabo nuestro plan necesitábamos algo diferente a mi 308, así que compramos con unos pocos ahorros una autocaravana capuchina segunda mano. Aunque no era muy nueva, estaba en buen estado y se notaba que los anteriores propietarios la habían tratado con cariño. De hecho, estaban tan contentos con ello que iban a comprar una nueva del mismo estilo. Porque ellos también tenían pensando seguir con su vida en la ‘carretera’.
Para nosotros sería la primera vez que íbamos a hacer algo así. Nos gustaba el surf desde siempre. De hecho, nos conocimos cogiendo olas. Pero debido a nuestros trabajos que no tenían nada que ver con el surf, ya no pudimos dedicarle el tiempo que nos hubiera gustado. Y es que todo aquel que alguna vez haya hecho surf sabe que engancha y siempre se echa de menos, sobre todo cuando pasas meses sin coger la tabla.
Nuestro alquiler vencía y como no sabíamos que iba a pasar con los Erte decidimos dejar el piso con lo que, al menos durante unos meses, nos ahorraríamos una considerable cantidad de dinero que en parte invertimos en la autocaravana capuchina segunda mano y en pagar nuestros viajes buscando olas. Para evitar problemas, nos empadronamos otra vez en la casa de nuestros respectivos padres, pero nuestro hogar real era ya nuestra autocaravana.
Nos dimos cuenta pronto que había más gente como nosotros que se habían lanzado a la carretera esperando que llegaran tiempos mejores. Y así seguimos, sin pagar alquiler y viviendo el sueño de dos surfistas, cogiendo olas casi cada día.