¿Quieres impresionar a tus invitados con un postre que parecerá sacado del mejor restaurante? Te ayudamos con una receta que tiene su miga, pero que merece la pena porque el resultado es espectacular y, además está realmente sabroso.
Para realizar los cuencos de chocolate necesitas globos y chocolate de cobertura que puede ser negro o con leche. Los globos no deben de ser grandes y los tienes que inflar más o menos del tamaño que quieres que sea el cuenco. Necesitarás uno por cada taza que vayas a crear. Píntalos con una ligerísima capa de aceite de girasol o de coco por la zona en la que van a entrar en contacto con el chocolate.
Una vez que tienes los globos inflados derrite el chocolate a baño maría. Puedes añadirle un poco de mantequilla, esto hará que brille y el acabado sea mucho más bonito. Cuando el chocolate esté fundido espera a que enfríe un poco, para que el globo no estalle al entrar en contacto, pero asegúrate de que no se endurece. Mete el globo en el chocolate para que este quede manchado haciendo la forma del cuenco. No te excedas de tamaño, pero tampoco hagas unos cuencos demasiado chicos. Espera unos segundos para que se vaya endureciendo y pon un poquito de chocolate en una bandeja, coloca el globo sobre este para que se quede pegado y déjalo enfriar.
Repite esto con cada uno de los globos y espera a que el chocolate se endurezca. Cuando esté duro, explota los globos pinchándolos y retíralos. Al tener el aceite, no se habrán pegado en absoluto. Mete los cuencos en la nevera para que acaben de endurecer.
Cuando vayas a servir el postre, coge una bolsa con frutos del bosque congelados, puedes comprarlos a granel o en bolsas ya preparadas. También puedes hacerlo tú mismo partiendo de fruta fresca. Necesitarás tener yogur previamente congelado. Mete todo en un procesador de alimentos y bate para que quede cremoso. Bate por pocos segundos y repite porque si te pasas, te quedará un batido y lo que quieres es que sea un acabado de helado cremoso.
Añade este helado a la taza chocolate y adorna con un poco de fruta fresca, con algo de nata o con crocanti de almendra. Sírvelo recién hecho y disfruta de la cara que van a poner tus invitados cuando vean un postre tan rico, del que no van a dejar ni la taza.