Hay una canción que dice que hay días en los que es mejor no salir de la cama. Tal vez aquel día debería haberme quedado encerrado en casa y me hubiera evitado bastantes disgustos. No es que sea muy aficionado a la superstición o a las leyes de Murphy, pero seguro que con aquel día viví se podrían escribir muchas nuevas leyes.
Todo empezó mal con el autobús que me llevaba a casa. Salió tarde por un problema mecánico y llegó con retraso al destino haciendo que no llegara a tiempo para coger el último autobús. Además, el viaje fue una lata porque me tocó el clásico compañero de viaje enganchado a hablar por teléfono: ¡todo el viaje hablando! Pero lo peor estaba por llegar. Cuando el taxi me dejó en casa, subí las escaleras y me dispuse a abrir la puerta… ¿Dónde están las llaves?, como dice la otra canción.
Me puse a buscar como un loco hasta que recordé a última hora que las cambié a otro bolsillo de un pantalón… que finalmente dejé en casa de mis padres. Me tocaba buscar una solución que pasaba por llamar cerrajeria urgente 24 h Vigo. Eran las tantas de la mañana y en fin de semana. Es cuando más gente pierde las llaves, generalmente asociado a personas que han salido de marcha por la noche. Pero no era mi caso: ahí estaba yo, con la maleta, frente a la puerta de mi casa y sin saber qué hacer.
Se da la circunstancia de que siempre me vanaglorio de ser una persona que no suele perder nada. Soy extremadamente puntilloso con dónde dejo las cosas y es muy raro que pierda nada. Tanto que suelo encontrar las cosas que pierden los demás, porque trato de pensar como pensarían ellos. Supongo que si estuviésemos en guerra sería un buen rastreador.
Pero aquel día todo salió mal y me tocó acudir a cerrajería urgente 24 h Vigo. Mientras esperaba, ya en la calle, empecé a relajarme y entender que todo el mundo tiene un fallo, tiene derecho a equivocarse. Y que me puede servir de lección para otra vez: ¿tal vez tener dos llaves, por si pierdo una?