Hace años leí una entrevista a un músico en la que hablaba de la relación que tiene su hija con su profesión. Era la pregunta típica: “¿te gustaría que fuera músico como tú?” Y el tipo, muy políticamente correcto, respondía: “Ella será lo que quiera ser”. Lo curioso del caso es que ese cantante se había llevado a su hija a algún concierto y cantaba en varias canciones de sus discos… con menos de diez años.
Yo ahora también soy padre y si me preguntan, para quedar bien como ese señor, digo que mi hijo será lo que él quiera. Pero si un día me viene y me dice: papá, quiero ser abogado del Estado, pues no sentiré un vuelco en mi corazón. Pero si un día llega y me dicen: Papá, voy a ser mejor guitarrista que Jimi Hendrix, pues, hombre, a lo mejor me interesa un poco más. Porque los padres también tenemos nuestros gustos e intereses y tiene todo su sentido que nos haga más tilín que quieran dedicarse a algo en lo que nosotros podamos ayudar.
De momento, yo ya he estado echando un ojo a diferentes estudios relacionados con la música como la Diplomatura en Creación Musical en Madrid. Todavía quedan unos años para que mi hijo ‘decida que quiere ser’ pero yo voy adelantando trabajo por si acaso. En mi casa siempre se ha escuchado mucha música y yo he tocado varios instrumentos, aunque siempre desde un punto de vista amateur. Pronto asumí mi talento limitado y lo enfoqué como una actividad de ocio que a larga se convirtió en mi principal pasatiempo.
Él ha visto muchos instrumentos musicales por casa desde el principio y le han llamado la atención. Sobre todo, una trompeta vieja que yo heredé de mi padre. Pero también le gustan muchas otras cosas, claro, como los deportes que a mí me dan un poco igual desde siempre. Lo que tengo claro es que si un día muestra interés por la música como oficio le guiaré hacia un ámbito académico. En este sentido, una Diplomatura en Creación Musical en Madrid es una opción correcta. Estudiar, siempre: ya sea abogado o rockstar.