El final de la noche
“Me siento desubicado, ¿no te pasa a ti?”. Hace unos meses salí por la noche con un amigo de mi edad y noté, otra vez, que no pintábamos nada en aquel local cuya media de edad era de unos diez años inferior a la nuestra. Pero mi amigo no notaba nada. Cuando llegué a casa me puse a reflexionar sobre mi relación con la noche a lo largo de casi dos décadas.
¡Dos décadas saliendo por la noche! Se dice pronto. Obviamente no he salido por la noche todos y cada uno de los fines de semana, pero he salido bastante. Pero cuando tomo unas copas con algunos amigos por ahí, aunque sean gente de mi edad, ya no disfruto sobre todo si pasamos de la 1 o de las 2 de la mañana. Realmente no sé qué hago por ahí y termino arrepintiéndome.
Me miro en el espejo y me veo un poco mayor… para según qué cosas. No es ya mi envejecimiento facial, que me hayan salido pelos donde antes no los tenía y que se me caigan los pelos donde más interesa tenerlos. No soy de esas personas que se siente joven aunque ya no lo sea. ¿La juventud es una cuestión de espíritu? No sé, yo siento un poco de vergüenza ajena cuando veo a gente de mucha edad comportándose como adolescentes… Y yo estoy cansado de hacer lo mismo que hacía hace 15 años.
Algunos amigos me dicen que estoy deprimido, que lo que necesito es ir al gimnasio, hacer yoga, o cualquiera de esas cosas. Hasta hay quien me dice que puedo retocarme un poco, que lo del envejecimiento facial se soluciona fácilmente con un lifting. No tengo nada en contra de los tratamientos estéticos, al contrario, no los descarto en un futuro, pero mi problema es más algo psicológico que físico.
De hecho, ni siquiera sé si es un problema. Tan solo tengo la necesidad de dejar de hacer una serie de cosas que ya no me apetecen hacer y ponerme con otras en las que llevo tiempo pensando. ¿Me estoy haciendo viejo? Sí, igual que tú.