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Preparándome para la operación 

Todo empezó hace unos tres meses cuando acudí por primera vez a una clínica estética para informarme sobre sus tratamientos. Había estado pensando en hacerme una liposucción, pero no lo tenía del todo claro. En internet hay mucha información, pero a veces no sabes bien de que fiarte y de que no. Sobre todo, hay determinadas cosas que se exageran, tanto para lo bueno como para lo malo y lo mejor es acudir a una clínica e informarse con profesionales de verdad. 

Una vez que tuve un par de entrevistas me decidí por una liposucción con anestesia local. No iba a ser una lipo en la que se extrajera una gran cantidad de grasa con lo que me dijeron que con la anestesia local iba a ser suficiente. No obstante, y eso también me lo aclararon desde el principio, es una operación, hay que pasar por el quirófano y habrá posoperatorio.

Al fin y al cabo, nadie nos ‘obliga’ a hacernos una liposucción. La hacemos porque queremos, estamos convencidas de ello y tenemos la certeza de que sus efectos van a ser positivos. Así me lo aseguró el cirujano si bien también me indicó que debía poner de mi parte una vez pasada la primera fase del postoperatorio. Está claro que tengas o no una liposucción hay que llevar una vida saludable. En mi caso tenía la sensación de que esta operación iba ser un acicate para cuidarme más: y es que soy una persona a la que no le gusta nada hacer las cosas sin obtener resultados. Si me decían que tenía que hacer esto o lo otro para lograr que la lipo fuera más efectiva, sin ninguna duda que lo iba a hacer.

En cuanto al hecho de hacer una liposucción con anestesia local también estaba satisfecha. Una de las partes más importantes de este tipo de operación es la planificación en la que el cirujano estudia el caso particular del paciente y decide dónde intervenir siempre en comunicación con el paciente, claro. Como decidimos entre los dos que no se iba a extraer mucha grasa, me libraba de la anestesia general que siempre es una ventaja.