Campings en espacios naturales, ¿existen por negocio?
Cada vez son más los espacios en los que está prohibido el camping libre. De hecho, resulta muy complicado encontrar espacios en los que poder poner la tienda para pasar la noche. Y si hablamos de espacios protegidos de algún modo, ya es absolutamente impensable poder hacerlo. Los amantes de esta modalidad de camping se quejan de que pese a que ellos no pueden acampar, sí hay campings abiertos en los que puedes pagar por una parcela para tu tienda o por una tienda ya montada. ¿Se trata entonces de una simple cuestión de negocio?
Lo cierto es que no, hay muchas razones para prohibir el camping libre en espacios protegidos. Estos espacios están protegidos por alguna razón y solo controlando las zonas en las que la gente puede quedarse para acampar, es posible asegurarse de que se van a cumplir todas las normas y que el lugar va a mantener sus características especiales intactas.
Pero, ¿y en los lugares que no son espacios protegidos? Pues nos vamos a encontrar un poco con lo mismo. La acampada libre fue muy popular en nuestro país durante mucho tiempo, pero la experiencia no fue buena en la mayoría de los lugares en los que esta forma de pasar el verano se popularizó porque las conductas fueron, en gran parte de los casos incívicas. Los lugares no estaban habilitados para que hubiera gente pernoctando, por lo tanto, carecían de servicios básicos como recogida de basura, duchas o retretes. Y estas necesidades eran cubiertas de forma rudimentaria y, muchas veces, muy poco respetuosa. A esto se unían otros riesgos, como las fogatas para hacer de comer o para juntarse a su alrededor por la noche y que a veces se escapaban del control de los campistas. Un buen ejemplo fueron las Cíes, donde ya en los ochenta se prohibió esta práctica porque se estaba arruinando su ecosistema. Hoy, islas cíes alojamiento está limitado al camping, que es un espacio controlado y seguro.
Otro problema habitual eran los roces de convivencia entre quienes acampaban libremente y quienes vivían en la zona o quienes hacían uso de ese espacio de forma habitual. Un buen ejemplo son las acampadas libres en terrenos públicos cercanos a las playas. Cuando las familias llegaban para pasar el día se encontraban con que gran parte de esos terrenos estaban acotados por los campistas que podían ocuparlos incluso durante días.