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HAN VUELTO LOS CUMPLEAÑOS

Ahora que se nos permite celebrar los cumpleaños con un poco de cuidado, hemos podido ir celebrando los cumpleaños que no habíamos podido celebrar durante estos meses de confinamiento y de desescalada, pero hay que decir que ya no hacen tanta ilusión como la habría hecho si los hubiésemos celebrado en el día concreto. Dentro de poco voy a tener un cumpleaños de una amiga y por suerte ya he encontrado unas zapatillas de mujer que estoy seguro de que le van a gustar. Además en su casa es obligatorio el uso de las zapatillas y quitarse el calzado que viene de la calle para que no entre suciedad en el piso. En los tiempos que corren lo veo como una medida más que razonable, porque es una forma de mantener tu casa limpia frente a este virus que tanto nos está molestando. 

 

Volviendo a los cumpleaños, vemos mal que disponemos de un solar en el que podemos invitar a los que solemos hacer las fiestas porque si tuviésemos que celebrar los cumpleaños en casa no nos iba a ser posible, ya que en nuestra pandilla somos bastantes integrantes. Con todos los cumpleaños que no hemos podido celebrar nos vamos a tener que pasar unos cuantos fines de semana de fiesta, ya que muchos de los de mi pandilla estamos de cumpleaños en el mes de marzo y por desgracia nos coincidió justo cuando nos encerraron en nuestras casas para intentar contener el virus. Así que por lo menos nos hemos dejado sin festejar unos ocho cumpleaños, pero eso es algo que no nos preocupa ya que si es por hacer fiestas estamos más que dispuestos. Sin ir más lejos este viernes tenemos una fiesta de bienvenida para uno de nuestros amigos que está trabajando en Suiza y que no ha podido venir a casa desde que empezó todo esto de la crisis del coronavirus. 

 

Deseo que pronto volvamos a tener una normalidad real y dejar de tener miedo a un posible contagio porque no se puede vivir con miedo constantemente cómo nos está pasando desde que comenzó todo este lío.

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Cambio de look

Durante buena parte de mi vida me acostumbré a ir vestido de negro. Supongo que influía la música que me gustaba y que veía algunos de mis ‘héroes’ vestido de esa manera. Pero, en el fondo, es una manera cómoda de vestirse: no tienes que pensar en combinaciones ni en comprar demasiada ropa. Y, además, pasas por elegante, aunque en realidad seas un vago. Es como Simeone o Loquillo, en realidad lo que pasa es que son unos vagos…

Pero todo cansa y yo me harté del negro. Fue un proceso paulatino pero que empezó cuando una novia me regaló unos zapatos colores. Recuerdo que abrí a la caja, vi aquello y me eché a reír. Suponía que se trataba de una broma y que tenía el regalo de verdad en alguna otra parte: unos zapatos negros, por supuesto. Pero no, quedó con cara de sorpresa cuando le dije que me diera el regalo de verdad. Aquella relación no duró mucho, claro, pero los zapatos que me compró todavía los uso de vez en cuando.

Los dejé por ahí en un armario y tiempo más tarde me los volví a probar. Eran rojos y no combinaban mal con mi ropa negra. Y un día salí así a la calle. Y me gustó. Y fue de esta manera como empecé a incorporar el color a mi vida. El avance definitivo llegó cuando me compré una camisa rosa. Si alguien hace años me hubiera dicho que un día iba a llevar puesta una camisa rosa con unos zapatos colores le hubiera increpado por faltarme al respecto: un hombre de negro jamás pierde el estilo. Pero es que vestir de negro es en realidad tan aburrido…

Al fin y al cabo, los colores tienen un componente psicológico muy importante. Desde que empecé a vestir ‘normal’ también comencé a ver las cosas de otro modo. Dependiendo del día y mi humor ponía un color u otro. Claro que también tuve que empezar a combinar, algo de lo que no tenía ni idea. Ahora rara vez me pongo algo negro: hasta mis trajes son de colores…