Parafarmacias
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NIÑOS POR TODOS LADOS

Cuando voy por la calle cada vez veo que hay más mujeres embarazadas, y después dicen que cada vez hay menos nacimientos en nuestro país, pues no es lo que ven mis ojos, además ya estoy en esa edad en la que tus amigos que están emparejados empiezan a tener hijos y tienes que empezar a buscar articulos para el bebe que les puedan hacer un buen uso a los padres, ya que en los primero meses deben de sufrir bastante de somnolencia hasta que el niño se acostumbre a dormir y así los padres pueden volver a dormir con un poco de tranquilidad más de tres horas seguidas.

 

En la playa sobre todo es donde te das más cuenta de la cantidad de bebés que hay, o es por lo que las madres y las abuelas gritan en las playas por lo que de verdad te das cuenta, porque hay que ver como gritan ni que fuese una competición de gritar, el niño no les va a hacer más caso por mucho que griten, además un niño en la playa se distrae con cualquier cosa que pasa a su alrededor por lo que su nivel de atención a todas las mujeres que pretenden que les hagan caso es casi nulo, pero hay que ver como disfrutan los niños jugando con la arena, haciendo proyectos de castillos ya que pocas veces se pueden llegar a considerar como tal y a hacer agujeros en la arena.

 

Otros sitios donde también te das cuenta de la cantidad de niños que hay es en los parques infantiles, hay algunos parques infantiles que están verdaderamente abarrotados, los niños tienen que estar haciendo cola para poder utilizar los columpios, aunque los columpios de hoy en día no son ni la mitad de lo divertidos y peligrosos al mismo tiempo que en los que montábamos nosotros cuando éramos niños.

 

En definitiva por mucho que digan que cada vez la gente en españa ya no tiene tantos hijos, tendrán los que se puedan permitir y los que quieran los padres que son siempre los que tienen la última palabra.

Alimentación
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Cada día, una aventura en el supermercado

Por más que vaya, nunca terminaré de acostumbrarme del todo a comprar en los supermercados. Me resulta una actividad un tanto aburrida, otras veces estresante y, siempre, poco estimulante. Sé que tengo que ir a comprar, lo necesito para poder comer, pero nunca lo disfruto. Bueno, realmente no sé si alguien puede disfrutar de algo así, aunque seguramente alguien habrá.

Lo primero que intento es evitar las muchedumbres. Con el tiempo he sabido detectar los momentos en los que más gente va a comprar, qué días de la semana y a qué horas hay mayor concentración, incluso dependiendo del barrio o del tipo de supermercado.

Ni que decir tiene que tengo más que controlado el súper más cercano a casa. Me muevo como un bailarín de claqué entre los diferentes pasillos, voy raudo y veloz de la carnicería a los yogures y de ahí a las cajas, pero si hay más gente de la cuenta mis pasos ya no son tan elegantes…

Trato de evitar, por encima de todo, los lunes: sin ninguna duda, el peor día de la semana para ir a comprar. El lunes es el horror, sobre todo en un barrio como el mío que está infestado de niños pequeños. Ese día, las familias deciden, supongo que por falta de previsión, que no queda nada en la nevera porque el día anterior fue fiesta o porque pasaron el finde en la casita de vacaciones, que hay que hacer la compra semanal (algunos hacen la compra anual todas las semanas).

Si uno se equivoca y va a comprar de lunes encontrará los pasillos saqueados, y será imposible comprar los yogures habituales porque justo la persona que pasaba antes por allí ha cargado en el carro 10 packs de 8 yogures, que los niños comen mucho…

Según mi análisis científico de costumbres de mi barrio, el mejor momento para ir a comprar y que no coincida con horario laboral es el jueves a última hora. En ocasiones he ido ese día y no había casi nadie. Las cajeras miraban unas para otras, los reponedores no tenían nada que reponer e incluso el pescadero no te cuenta la historia de su vida porque no tiene necesidad de hacer el paripé, porque no le escucha nadie más que tú. Una delicia.