Cambio de look
Durante buena parte de mi vida me acostumbré a ir vestido de negro. Supongo que influía la música que me gustaba y que veía algunos de mis ‘héroes’ vestido de esa manera. Pero, en el fondo, es una manera cómoda de vestirse: no tienes que pensar en combinaciones ni en comprar demasiada ropa. Y, además, pasas por elegante, aunque en realidad seas un vago. Es como Simeone o Loquillo, en realidad lo que pasa es que son unos vagos…
Pero todo cansa y yo me harté del negro. Fue un proceso paulatino pero que empezó cuando una novia me regaló unos zapatos colores. Recuerdo que abrí a la caja, vi aquello y me eché a reír. Suponía que se trataba de una broma y que tenía el regalo de verdad en alguna otra parte: unos zapatos negros, por supuesto. Pero no, quedó con cara de sorpresa cuando le dije que me diera el regalo de verdad. Aquella relación no duró mucho, claro, pero los zapatos que me compró todavía los uso de vez en cuando.
Los dejé por ahí en un armario y tiempo más tarde me los volví a probar. Eran rojos y no combinaban mal con mi ropa negra. Y un día salí así a la calle. Y me gustó. Y fue de esta manera como empecé a incorporar el color a mi vida. El avance definitivo llegó cuando me compré una camisa rosa. Si alguien hace años me hubiera dicho que un día iba a llevar puesta una camisa rosa con unos zapatos colores le hubiera increpado por faltarme al respecto: un hombre de negro jamás pierde el estilo. Pero es que vestir de negro es en realidad tan aburrido…
Al fin y al cabo, los colores tienen un componente psicológico muy importante. Desde que empecé a vestir ‘normal’ también comencé a ver las cosas de otro modo. Dependiendo del día y mi humor ponía un color u otro. Claro que también tuve que empezar a combinar, algo de lo que no tenía ni idea. Ahora rara vez me pongo algo negro: hasta mis trajes son de colores…