Ferreterías
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EN LA MANSIÓN

Hace unos años se hablaba mucho sobre el tema de la domótica, pero parece que el tema se ha congelado o por lo menos eso parece. Hay que decir que la idea de la domótica era genial, pero también hay que decir que tiene unos cuantos inconvenientes. El principal de estos inconvenientes es que si se va la luz ya no funcionaría nada de lo que esté conectado a la domótica. Pero cuando la luz funciona correctamente es una solución estupenda para poder controlar tu casa desde la distancia. Sobre todo viene muy bien cuando vuelves de un viaje y quieres encontrarte la casa cómoda y confortable, como si nunca te hubieses ido.

 

El padre de uno de mis amigos ha llamado a unos especialistas en domotica para automatizar su residencia de la playa, y decir residencia es quedarse muy corto porque es una mansión en toda regla. Me encanta ir allí a esa mansión, me hace pensar que soy un rico en Los Ángeles y esa es una sensación estupenda aunque sea irreal. Mientras estoy allí mi vida se transforma aunque sea por unas pocas horas.

 

Aunque la casa esté muy cerca de la playa, a esa playa casi nunca vamos, ya que disponemos de una piscina enorme en la que podemos nadar todos sin necesidad de molestarnos. Para mi ir a la mansión es lo más parecido a ir a un hotel de todo incluído, lo único que falta son los camareros sirviendo las copas en la piscina. Ojalá en algún momento de mi vida tenga el dinero suficiente para comprarme una casa, no es necesario que sea como esa mansión, lo más importante es tener mi propio espacio en el que nadie pueda decirme cómo tengo que vivir.

 

Estoy deseando que ya llegue el verano para poder ir a la mansión y disfrutar completamente de todo lo que me pueda ofrecer, el único problema es que el verano no dura todo el año y normalmente cuando el verano está a punto de finalizar me entra una pequeña depresión por no poder disfrutar la mansión hasta el año siguiente.

Alimentación
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El pastor

Hace poco salió un pastor por televisión protestando contra el “turismo rural”. Resulta que le había cerrado un gallinero porque los huéspedes de un hotel rural cercano protestaban por el canto de los animales. Toda una ironía, sin duda: cientos de viajeros que van al campo para “reencontrarse” con la naturaleza… pero sin el canto del gallo, que molesta para dormir.

Cuando lo vi por la tele me recordó a Pepe, mi buen Pepe, con el que coincidí algunos años en el colegio. Me crié en un pequeño pueblo en el que la gran mayoría de las familias vivían de dos actividades: la minería y la agricultura. Mi padre era minero por aquellos tiempos y el padre de Pepe se dedicaba al pastoreo de vacas.

Su hijo Pepe se sentía súper orgulloso de lo que hacía su papá: no era una época como ahora de reivindicación de los trabajos agrícolas, aunque sean de cara a la galería. Por aquel entonces lo que la mayoría deseaba era irse a la ciudad, alejarse del pueblo y de su cutrez. Pero Pepe era diferente, él de “mayor” quería ser pastor como su padre y punto.

Cuando mi familia dejó el pueblo para irse a la ciudad tras el cambio de trabajo de mi padre, mi contacto con mis amigos del pueblo se fue difuminando hasta desaparecer del todo. Solo fue años más tarde cuando empecé a ir de discoteca cuando me encontré con algunos de ellos. Les preguntaba por Pepe y siempre me decían que de la noche no quería saber nada, que él se despertaba los domingos con el gallo para ayudar al padre: no había cambiado nada.

Un día decidí que tenía que reencontrarme con él. Su padre había fallecido y él y su hermano dirigían ahora la explotación ganadera. Pero Pepe no hablaba así de su profesión: seguía diciendo que se dedicaba al pastoreo de vacas. “Soy pastor y punto”. Así que cuando vi a ese otro pastor por la tele me entraron ganas de mandarle un whattsapp a mi amigo.. pero luego recordé: no tiene móvil.